RUNNING CONSCIENTE

Tod@s conocemos los beneficios que reporta correr para nuestra salud física y mental. Por citar sólo algunos, en el terreno puramente físico encontramos un incremento de la oxigenación, la mejora del sistema inmune, o un aumento de la salud ósea entre otros, y por si esto fuera poco, en el plano mental, la producción de endorfinas consecuencia de la carrera tiene un efecto directo en algunos estados de ansiedad o depresión, siendo capaz de influir de forma positiva incluso en nuestra autoconfianza. Sin embargo, aún siendo sus efectos muy interesantes, no es mi intención profundizar en ellos pues como digo, suelen ser de sobra conocidos.

A lo largo de mi vida he intentado correr infinidad de veces sin éxito. Me parecía una actividad chula.., saludable.. pero cuando lo intentaba, la realidad siempre me obligaba a desistir, (me agotaba.., me frustraba..). Hasta que un día, después de muchos años de dejarlo por imposible, sentí una imperiosa necesidad de correr que no era como el resto de las veces, era un correr más parecido a esas ganas naturales de cuando éramos pequeñ@s. Sólo saltar a la acera y correr. Nada de “debo hacerlo..”, “es saludable…”, “¿cuánto debo correr..?”, “hasta dónde..?” o “necesito unas deportivas adecuadas..”. Simplemente seguí el impulso que nacía de mi necesidad del momento y me eché a la calle con unas deportivas viejas normales y corrientes y lo primero que pillé a mano como indumentaria, sin mayores expectativas más allá de seguir ese impulso. Y por primera vez, como si algo diferente a todo lo instalado en mí sobre el running me indicara como hacerlo, se ajustó “la forma”. Mi forma. Apareció un ritmo, (blandito, amable, atento a mí..) y fiel a ese ritmo,  dí una vuelta que seguro no lo era tanto, pero me pareció tan grande y me dejó tan buen sabor de boca, que repetí un día, después otro .. y desde entonces no he dejado de correr.

En mi caso, correr o no correr está muy ligado a mi estado general diario, que como el de tod@s es cambiante, así que no es grave para mí dejar de correr durante un mes si mi estado no me acompaña. No hay problema. Lo importante es lo que representa, poderlo hacer y hacerlo en armonía con mi cuerpo. Yo diría que en general, los actos que nacen de escucharse en profundidad y actuar en consecuencia, son mucho más perdurables que cualquier cosa que se plantee unilateralmente desde la mente. Por muy emocionante que nos parezca inicialmente el discurso que nos llega, no solemos llegar muy lejos si no sintonizamos con nosotr@s por encima de todo.

¿Y tú? ¿Sientes a menudo el deseo natural de correr al ver pasar a alguien alrededor que lo hace pero se suceden inmediatamente en tu mente creencias del tipo, “no tengo fondo para hacerlo”…, “ya lo he intentado otras veces y no ha funcionado”.., “corro demasiado lento”…, “demasiado poco”… o similares? Si esto te suena, atent@ a las creencias limitantes que tienes instaladas porque son las que podrían estar paralizando toda posibilidad de intentarlo.

Si te sientes reflejad@ y tu salud te lo permite, te invito a correr con consciencia. ¿Te apuntas?

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